Acaso mi inconsciente de chica católica recuerde que en
principio fue el Verbo y aunque
lejos del misterio y ministerio religioso, no puedo sin
embargo dejar de remitirme al valor sagrado que se le da a la Palabra,
metonimia de salvación.
¡Y qué regalo extraordinario es la palabra! Creo en su poder
que supera, sana y salva pues me permite crear mundos, inventar salidas y reescribir
la historia para exorcizarla.
Al enhebrar las palabras y alinearlas como hormiguitas
negras, puedo jugar con ellas y sorprenderme cuando ellas se confabulan para
jugar conmigo. Porque resulta ¡mirá vos! que al escribir ‘olvido’ no hago otra
cosa que evocarte.
..º..
Es una fórmula de catorce palabras
casuales (que parecen casuales), y me bastaría decirla en voz alta para ser
todopoderoso.
La escritura de Dios.
Jorge Luis Borges.