19 de mayo de 2010

Fin De Fiesta

No sé si era graciosa porque parecía más chiquita o si causaba gracia porque de verdad era chiquita y hablaba con tanto desparpajo.
‘Chinita enterada’ me decía la abuela Lila con su acento provinciano y cuando nos mudamos a Mendoza, mi tía B., su marido y mis primas, se convirtieron en divertidos espectadores de las travesuras que apañaban, festejaban y hasta promovían, me parece.
Me paraban sobre una mesa y yo cumplía una rutina que provocaba carcajadas.
Recuerdo una leve sensación de incomodidad, quizás porque entendía que mi función de pequeña bufona mercenaria compraba la libertad de hacer lo que en casa no podía.
Disfrutaba la relajada disciplina que me permitía decir alguna palabra no permitida, tomar un poquito de vino y pasar por alto la tórrida siesta mendocina escuchando a mis primas mayores hablar de besos y novios, pecados mortales que el estricto catecismo maternal castigaba con severidad.
B. era hermana de mi madre.
Divertida, ocurrente, hiperbólica, expansiva, histriónica y muy bella. Naturalmente rubia y de ojos verde claro, me fascinaba verla cuando peinaba la melena dorada y se maquillaba la boca con un labial rojo muy llamativo.
Mi madre, de cabello y ojos oscuros, menuda, estricta, pudorosa y discreta, era su contracara (¡A y B! ahora caigo en cuenta mientras escribo esto) y yo percibía que a ella, la exuberancia de ese huracán platinado que enamoraba a todos, le fastidiaba y me resultaba incomprensible, pero nunca pregunté porque era apenas una intuición que recién hoy se hace certeza.
Con B. la vida era una fiesta de colores, música y golosinas.
Bailábamos y comíamos helado sin importar la hora.
Paseábamos y me compraba regalos.
Una tarde, de vuelta en mi casa después de haber ido a la plaza, señalé en la pantalla al galán de la novela y dije:
-¡Se parece a Fernando!
Todavía recuerdo la expresión indefinible de mi vieja, entre la sorpresa y la furia, cuando preguntó quién era Fernando y contesté con inocencia
-El amigo que conversaba con la tía B. en la plaza…


Ese día terminó la fiesta y supe.
Pero no comprendí qué cosa sabía.

..º..

Se acabó,/el sol nos dice que llegó el final,/por una noche se olvidó/que cada uno es cada cual.
/Vamos bajando la cuesta/que arriba en mi calle/se acabó la fiesta.

Fiesta (Mi niñez) Joan Manuel Serrat

19 comentarios:

Yoni Bigud dijo...

Cuando uno es chico las palabras se escapan en momentos inadecuados, poniendo fin a más de una fiesta. La absolución siempre llega, pero para el mensajero.

Un saludo.

Luigi dijo...

:)

Sinceridad de niño!

Carlos G. dijo...

Lindo recuerdo y un tanto melancólico el subtítulo del hermoso tema de Serrat.

Qué cosa el mundo de los chicos; tu relato me trae recuerdos.

La condesa sangrienta dijo...

Yoni: inadecuada fue la cita en la plaza, ja
dos saludos

Luigi: inocencia, más bien.

Carlos G: la expresión de mi madre me grabó el recuerdo a fuego aunque no entendiera.
Qué cosas habremos grabado en la memoria de nuestros hijos sin saber?

La herida de Paris dijo...

Fernando debió ser mas cuidadoso me parece. Las ciudades de provincia y los niños suelen ser una combinación implacable.

Saludos.

Anónimo dijo...

Me gustó mucho el final, es tal cual, me ha pasado, el entender todo en un pantallazo y punto, nada de razonamiento.

Estrella dijo...

Estoy trabajando con un libro de memorias plagado de recuerdos de infancia. Este post podría ser parte de ese anecdotario. Siempre hay por ahí dando vueltas alguien que nos deslumbra, ¿no?

Peor mi madre, nunca lo voy a olvidar. La escuché conversando conn una amiga, decían que la vecina había perdido un hijo (un embarazo). Al rato, le pregunté cómo lo había perdido, dónde... y la bestia me contestó: en el club. De ahí en más, y por unos cuantos años, cada vez que iba al club pensaba en mi pobre vecina y en su hijo, dando vueltas y vueltas sin encontrar a su madre. Y ella tan tranquila.

spellbound dijo...

Condesa ¡estás igual!

La condesa sangrienta dijo...

Opi: los adultos no deberían jugar sus juegos en las plazas y con niños.

Conocido: exacto. Como un flash que ilumina y enceguece a la vez.

Estrella: jaaaaaaaaaa esas explicaciones maternas!! me resultan familiares.

Spellbound: ¿igual de inoportuna o igual que en la foto? porque así duermo...pero tapadita! ajaj

Lirium*Lilia dijo...

Qué lindo post Condesa...
Un siempre se identifica con estas perlitas color sepia... es que todos tenemos recuerdos tan parecidos y a su vez tan diferentes, no?
Un beso

Mari Pops dijo...

a mi me llama la atencion del relato la diferencia entre A y B y como una encadilaba a los demas y la otra indicaba el deber ser.

Interesante los contrastes y las dinamicas familiares


Los ninios y los locos siempre dicen la verdad

La condesa sangrienta dijo...

Lirio: la mirada infantil es la misma aunque los recuerdos sean diferentes, no? que esté bien, un beso

Mary: cierto. A y B, blanco y negro, ser y deber ser y mientras esto escribo, voy descubriendo más cosas:
blanco (B: mi tía, rubia, se llamaba Blanca)
negro (A: mi madre, morocha, era Amalia).
Los locos no sé... pero los niños no siempre dicen la verdad.

Koba dijo...

Niña graciosa, divertida... y ¡metepata! Ja.

Me gustó lo de "tomar un poquito de vino", pensar que en casa también lo hacíamos. Solo era darle un poco de color a la soda con Concilio, Cavic o ¿Ripober? Era riquísimo, además la gaseosa era un lujo.

spellbound dijo...

Por la altura :P

La condesa sangrienta dijo...

Koba: bueno che... el que se acuesta con niños...!
Creo que estaba en penitencia porque había tomado vino del culito de unos vasos. Y la gaseosa sí, era para los cumpleaños (no en casa de mi tía!)

spellbound: jajajaj bueno, será por culpa del vino!

Carlos G. dijo...

"Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones, con la leche templada y en cada canción"
Estremecedor para quienes tenemos hijos.

Rob K dijo...

Qué cruel es la vida cuando nuestros amores deben ser aprobados por cánones ajenos. (El relato es encantador.)

Betina Z dijo...

Muy lindo relato, Condesa. Y esa foto!Qué hermosura de niña, qué placidez...
Redondita la evocación de esas experiencias infantiles en las que uno, repentina y claramente "sabe, pero no comprende qué cosa sabe".
Un beso y buen fin de semana

La condesa sangrienta dijo...

Carlos G: preciosa canción y tremenda afirmación. Quienes tenemos hijos, y los que no, deberíamos pensar bien la marca que dejamos.

Rob K: la vida siempre es cruel con los amores contrariados (tnx)

Betina Z: La foto es maravillosa, sí.
Y todos tenemos en la infancia 'ese' momento de revelación que comprendemos mucho después.
Beso.